Tenemos que educar
P. Castells
Barcelona: Editorial PenÃnsula, 2011; 242 páginas
Mucho ha avanzado la pediatrÃa desde sus comienzos cientÃficos a principios del siglo XX, y de manera evidente sus objetivos han ido cambiando a medida que se producÃa una modificación profunda de todo lo referente al niño y su entorno. Ahora el pediatra dedica buena parte de su tiempo a tareas de prevención, a fin de que su paciente no sufra viejas enfermedades infecciosas, tenga una nutrición correcta, sin deficiencias ni excesos, y alcance un crecimiento óptimo. Tal vez el pediatra no pueda abarcarlo todo, pero hay algo que no puede derivar hacia un especialista, como preguntarse en cada consulta si el niño está progresando bien en los estudios, si tiene equilibrio mental o estabilidad psÃquica, si adquiere los valores morales o desarrolla un juicio recto, o bien si necesita ayuda para afrontar los contratiempos y sacar de ellos no un daño sino un posible provecho. Es posible que asà cumpla uno de los papeles del médico de niños, como ser también educador.
Y es que para educar bien a los niños hay que empezar por el principio, y estar muy seguro de lo que se dice. Esto es lo primero que salta a la vista al hojear el libro que tengo el gusto de presentar a los lectores de Acta Pediátrica Española, tanto que la personalidad de su autor se confunde con su obra, de manera que lo que escribe Paulino Castells Cuixart se parece cada vez más a lo que realmente es. Ahora es un eficaz profesor en las licenciaturas o grados de PsicologÃa y Magisterio en la Universidad Abat Oliba, CEU de Barcelona, con especial dedicación a la psicologÃa de la familia, ámbito en el que es un reconocido experto. Él ha llegado a este alto nivel docente después de una carrera ascendente, que he tenido la suerte de seguir, desde su comienzo como vocacional estudiante de medicina, inquieto alumno interno de pediatrÃa y especialista prestigioso en pediatrÃa, neuropediatrÃa y psiquiatrÃa infantil. A pesar de dedicar mucho tiempo al trabajo asistencial, la faceta docente le va envolviendo y procura enseñar con todos los métodos posibles, entre ellos sus numerosos libros.
Si las anteriores obras del Dr. Castells se cuentan por éxitos y han sido siempre tan atractivas como eficaces y recomendables, en esta ocasión Tenemos que enseñar suma la valentÃa de romper con esa especie de cuidado o temor de tantos, tal vez por miedo a la mala educación de otros y ser tachados de retrógrados, a una exposición libre de sus «ideas para salir de la crisis de autoridad y de la mala educación». Éste es precisamente el subtÃtulo del libro comentado. En efecto, a lo largo de sus 242 páginas se van desarrollando temas de la mayor actualidad, como la educación permisiva dominante, donde los pediatras hemos tenido una cierta culpa a partir de la publicación de la obra de Benjamin Spock, su comparación con el pasado, el valor del ejemplo dado por los padres, maestros y pediatras, el inicio de hábitos de comer y dormir, ya desde la cuna, el capÃtulo todavÃa difÃcil o sujeto a controversias de la educación sexual, la repercusión indudable de los cambios recientes en la familia, el viejo peligro del alcohol y el más nuevo de las drogas o la limitada educación religiosa. Llevado por su lectura amena, llega uno pronto a la parte final, donde se encuentra con unas útiles nociones básicas para enseñar una buena educación en nuestros dÃas y modificar la mala conducta en su caso, analizando algunas técnicas, como la psicoterapia en sentido amplio, el papel de la autoridad, los siempre discutidos lÃmites del castigo, el valor de la recompensa acertada y el elogio de la disciplina.
Dicho lo anterior, la recomendación del nuevo libro del Dr. Castells me resulta obligada y fácil, con la seguridad de que padres, pediatras, pedagogos, psicólogos, psiquiatras y sociólogos, entre otros, encontrarán numerosos consejos útiles y muchos puntos de coincidencia o nuevos. Como yo mismo, le agradecerán su esfuerzo y le felicitarán una vez más, deseando de todo corazón que no predique en el desierto.