Resumen
La salud y la enfermedad están influenciadas en diferentes etapas de la vida por una combinación de factores genéticos, epigenéticos y ambientales. Está bien documentado que durante el desarrollo temprano la respuesta a diversos estímulos puede programar el riesgo de enfermedades no transmisibles (ENT). Los 1.000 días entre el embarazo y el segundo año de edad son un periodo de oportunidad único, ya que es cuando se establecen los fundamentos de la salud, el crecimiento y el neurodesarrollo para toda la vida. La nutrición temprana ejerce, tanto a corto como a largo plazo, el efecto sobre la salud mediante la programación inmunológica y metabólica y el desarrollo microbiológico. La interacción huésped-microbiota parece influir sobre el riesgo de desarrollar una enfermedad atópica. Por otra parte, la nutrición es especialmente importante para el desarrollo de habilidades cognitivas, motoras y socioemocionales, y mejora el rendimiento escolar y los ingresos económicos en el adulto. La desnutrición durante el embarazo afecta al crecimiento fetal, es un factor determinante del retraso del crecimiento y puede acarrear consecuencias, como la obesidad y las ENT. Existen suficientes evidencias que sugieren que la lactancia materna es un factor protector contra la obesidad y las ENT en la edad adulta, y la intervención precoz sobre la alimentación en los lactantes tendrá una influencia relevante sobre las preferencias alimentarias posteriores.
En conclusión, una buena nutrición en los primeros 1.000 días de vida tendrá una influencia muy beneficiosa para la salud posterior. Optimizar el crecimiento prenatal y posnatal temprano es esencial desde el punto de vista preventivo.