Buckley JP, Hedge A, Yates T, Copeland RJ, Loosemore M, Hamer M, et al.
Br J Sports Med. 2015.
Existen suficientes datos publicados que relacionan un modo de vida sedentario, incluido el tiempo de trabajo, y las principales causas de morbimortalidad (enfermedad cardiovascular, diabetes mellitus y algunos tipos de cáncer). Con el fin de proporcionar indicaciones para los trabajadores cuya jornada es fundamentalmente sedentaria, un grupo de expertos ha recogido la evidencia científica disponible y elaborado recomendaciones en función del distinto tipo de actividad, con el fin de subrayar los efectos negativos para la salud y el bienestar de jornadas prolongadas sentados en un despacho, así como los beneficios no sólo para la salud, sino también para el rendimiento personal y colectivo de una organización del trabajo menos sedentaria.
Aproximadamente el 40% de los individuos adultos no alcanza a realizar los 150 minutos/semana de actividad física moderada-intensa recomendable, y esta cifra alcanza el 70% en países de rentas elevadas de Europa y Norteamérica. Una de las estrategias para mejorar estas cifras es reducir el tiempo de inactividad física (p. ej., el 65-75% del tiempo de trabajo en una oficina se realiza sentado): un cambio de conducta inicial sería tan simple como conseguir que la gente en la oficina se levantara de la silla y se moviera con más frecuencia (mucho más práctico que recomendar que todo el mundo hiciera una determinada cantidad de ejercicio físico intenso diariamente).
Considerando que la actividad física durante las horas de trabajo ha ido disminuyendo con el tiempo, así como la mayor edad de jubilación y los riesgos potenciales que se asocian a estos cambios, en algunos países se están estableciendo recomendaciones específicas que incluyen también cambios en la misma distribución de los espacios físicos en el lugar de trabajo.
Las recomendaciones para los trabajos fundamentalmente sedentarios son las siguientes:
1. Progresar inicialmente hacia acumular 2 horas al día de estar de pie y realizar una actividad física ligera (como caminar), con el objetivo final de alcanzar las 4 horas diarias (promedio).
2. La duración del tiempo de trabajo sentado debe interrumpirse periódicamente con trabajos realizados estando de pie. Hay que evitar también lo contrario, como realizar jornadas prolongadas permaneciendo de pie sin moverse.
3. Estos cambios de actitud pueden acompañarse inicialmente de sensaciones musculoesqueléticas molestas o de fatiga, que son parte de un proceso de adaptación.
Pero además de los posibles beneficios para la salud, pueden obtenerse otras ventajas: disminución de los gastos de salud, mejora de la productividad, mayor compromiso y menor absentismo laboral.
Lo que aporta este trabajo:
Las condiciones físicas del trabajo (lugar, tiempo sentado, actividad física) pueden influir en la salud, pero también en el bienestar de los trabajadores. En una etapa en que las nuevas tecnologías han hecho disminuir mucho la actividad física en el trabajo, es preciso desarrollar estrategias novedosas para corregir esa desviación.
J.M. Moreno-Villares
Servicio de Pediatría. Hospital Universitario «12 de Octubre». Madrid
Devore CD, Schutze GE; The Council on School Health and Committee on Infectious Diseases
Pediatrics. 2015; 135(5): e1.355-e1.365.
Los piojos siempre están de moda. Son la pesadilla de padres y profesores en cada curso escolar. Antes se trataban sin acudir al médico, pero el mal diagnóstico, el uso inadecuado de pediculicidas y el aumento de resistencias y nuevos productos –muchos de ellos sin eficacia probada o seguridad– conllevan que se recurra más al médico para su diagnóstico y tratamiento.
En este documento de Práctica Clínica de la Academia Americana de Pediatría se hace una revisión práctica y profunda de los tratamientos tanto para prevenir la aparición de los piojos como para eliminarlos.
Para el diagnóstico se requiere la identificación de huevos, ninfas o piojos adultos a simple vista. Puede no ser fácil, porque evitan la luz y pueden caminar rápidamente.
La prevención (evitar compartir peines, lazos, gorros...) es difícil de realizar. Donde haya piojos, es importante tratar pronto la situación para evitar que se contagien a otras personas.
Nunca se debe iniciar un tratamiento a menos que haya un diagnóstico claro de piojos vivos. El tratamiento óptimo debería ser seguro, rápido, fácil de usar y asequible. A menos que se haya probado resistencia en la comunidad, la permetrina al 1% o las piretrinas serían el tratamiento de primera elección razonable ante una infestación activa. Otros pediculicidas que han ido surgiendo posteriormente (malatión al 0,5%, alcohol bencílico al 5%, spinosad, ivermectina al 0,5%) podrían usarse en casos más difíciles, teniendo en cuenta también el coste, aunque sería necesario realizar más estudios de seguridad y eficacia. Es importante aplicar adecuadamente los productos, ya que la mayoría no son ovicidas, y habría que aplicarlos al menos 2 veces en intervalos apropiados.
La extracción manual es un tratamiento seguro y nada tóxico, por lo que puede ser una opción a tener en cuenta, sobre todo si existe resistencia a los productos en la comunidad, si el paciente es demasiado joven, o los padres no desean usar pediculicidas. Es más fácil realizarlo con las liendres y mejor con el pelo mojado.
Hay lendreras eléctricas, que sueltan pequeñas descargas y matan al piojo. No se deben utilizar en gente con epilepsia ni marcapasos. Algunos productos (vinagre o derivados) facilitan el proceso de quitar liendres «ablandando el pegamento» que los sujeta al pelo, aunque no se ha probado su beneficio clínico.
Cuando se identifica un caso en una familia, sólo deberían tratarse los convivientes en quienes se observen piojos vivos o liendres a menos de 1 cm del cuero cabelludo. Los objetos que no se pueden lavar, se pueden meter en una bolsa de plástico durante 2 semanas (cualquier liendre que haya sobrevivido al salir el piojo moriría por no poder alimentarse).
Cuando se diagnostican piojos en un niño, puede que ya lleven 1 mes o más en su cabeza. Debe seguir acudiendo a clase, pero se desaconseja el contacto directo con la cabeza de otros niños. El contagio dentro de clase es muy bajo.
La presencia de piojos o liendres en la cabeza no debería ser motivo de absentismo escolar en los niños sanos.
Lo que aporta este trabajo:
Aunque molestos, los piojos no representan un peligro para la salud. Lo ideal es emplear pediculicidas sólo en caso de encontrar piojos vivos. Para eliminar las liendres, los medios físicos (lendrera) son la mejor opción.
M.J. Galiano Segovia