Son datos del último informe que hoy han dado a conocer Fundación MAPFRE y la Asociación Española de la Pediatría, y que hace hincapié en que un día soleado con una temperatura moderada de poco más de 20 grados en el exterior puede incrementar la temperatura de los coches hasta superar los 40 grados en su interior, poniendo en riesgo la vida de los niños.
Jesús Monclús, Director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE, insiste en que «los padres tendemos a pensar que este tipo de desgracias les suceden a otros, pero lo cierto es los niños se quedan solos con mayor frecuencia de lo que se piensa».
Apunta, además, que «bajar un poco las ventanillas apenas reduce la temperatura en el interior, donde se pueden obtener con facilidad los 50 o 60 grados, y que ciertos revestimientos o elementos interiores de los vehículos pueden alcanzar temperaturas superiores a los 80 grados, suficientes para producir quemaduras por contacto».
«Para prevenir situaciones de riesgo es clave que no dejemos a los niños solos en el coche, ni siquiera por un minuto», advierte. También aconseja que «después de aparcar se debe cerrar bien el vehículo para que los más pequeños no entren por su cuenta, así como colocar algún objeto personal (bolso, llaves o teléfono) en la parte trasera para que nos recuerde que hay un menor que no puede quedar abandonado».
Según la Asociación Profesional de Técnicos de Bomberos (APTB), los golpes de calor acaban todos los años con la vida de muchas personas. Por este motivo si observamos a niños y personas mayores, que son dos de los colectivos más vulnerables, en el interior de un vehículo, con riesgo de sufrir un golpe de calor, lo primero que hay que hacer es avisar a los servicios de emergencia, es decir al 112. También recomiendan intentar abrir el automóvil, pero haciéndolo siempre de forma segura, por ejemplo rompiendo el cristal de una ventanilla que esté lo más alejada posible del menor.
María Jesús Esparza, pediatra y Secretaria del Comité de Prevención de Lesiones Infantiles, de la Asociación Española de Pediatría, advierte de que los principales síntomas de los golpes de calor son fiebre o incremento de la temperatura corporal por encima de los 40 grados, así como debilidad, mareos, vómitos, dolor de cabeza intenso y taquicardia. Además, a diferencia de la insolación, la piel está seca y muy caliente».
En este sentido, señala que «si el menor está consciente, hay que tumbar al niño boca arriba en un lugar fresco, aflojarle la ropa, colocarle compresas frías y ofrecerle agua». Tan pronto como se recupere es importante trasladarle a un centro sanitario para que le examine un médico.
Asegura además, que «la mayoría de las víctimas por hipertermia tienen menos de 5 años, lo que se debe principalmente a que su temperatura corporal se incrementa mucho más rápido que en un adulto y su sistema respiratorio, que aún se encuentra en desarrollo, también les hace más vulnerables al calor».